Olvidado. Esa es la palabra. Ni el sol amanece en mi ventana
después de aquella tarde de dulces. Una curiosa mesa la de aquella cafetería,
donde me veía reflejado y apenas me reconocía. Lo triste fue descubrir la
respuesta a la pregunta que me había planteado. Y lo mejor: no tuve que
adivinarla. De lejos te vi. En medio de aquel banco. No estabas solo, te veías
bien acompañado. Pero resultó que tu compañía fue algo más que una simple
amistad y entonces se dibujaron dos lágrimas totalmente opuestas: unas cargadas
de alegría al ver, de una vez por todas, que eres realmente feliz, que la línea
que se dibuja en tu cara es símbolo de felicidad. Sin embargo, otras lágrimas
llenas de odio, rencor, engaño, sed de venganza fluían de manera constante.
Todas mis hipótesis fueron ciertas. Y mi corazón se pudrió en lo más profundo
de un glaciar y así quedaría para el resto de mi vida: frío como la escarcha.
Sin sentimientos. Aquella estaca clavada en él fue devastadora. No sabía, hasta
día de hoy, que una persona pudiera enamorarse de dos corazones. No sabía que
estaba agarrando los brazos que me dejarían caer por aquel acantilado.
Faded. |
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