jueves, 3 de marzo de 2016

Llega un momento donde ya no extrañas a nadie, donde ya no esperas nada de nadie, donde las noches se convierten en espacios para dormir y los días oportunidades para vivir.
Llega un momento donde nada te quita el aliento, donde la única compañía que sientes es la de tu sombra y, a veces, hasta ella te traiciona, donde no existe lugar para el reencuentro y te refugias en la música: la droga del olvido.

Es imposible entender nuestra capacidad de sentir, de acaparar emociones en un determinado momento. Me dejaste claro que nada había pasado, que no necesitabas estar a mi lado y, aun así, seguía dependiendo de ti. Intenté engañarme a mi mismo y ser claro ante mis pensamientos pero nuevamente volvieron a destrozarme el corazón.

Por favor, no interrumpas mi café junto a la ventana. Las lágrimas están acompañando al tiempo que por ella se aprecia. No hables si no vas a mejorar el silencio. Pensándolo mejor: vete. No cambiará nada. Yo ya ando roto por dentro.Y eso no va a cambiar. Así que mis últimas palabras serán directas y sencillas: hasta nunca.


Las segundas oportunidades son como las balas: das el poder a alguien para dispararte con la misma arma.

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